En la Edad Media, y hasta el siglo XVIII tal vez, se construyeron, a lo largo de los caminos, no sólo para los peregrinos, si no también para los comerciantes, pastores, y para cualquiera que tuviera que pasar por aquellos parajes, una serie de capillas con nártex, vestíbulo o pórtico, que aunque el templo no estuviera abierto, podían cobijar y proteger en caso de tormenta de lluvia o nieve al caminante. Incluso se puede, en caso extremo, dormir en sus bancos de piedra o madera. En este camino, sobre todo en la zona asturiana, abundan.